No hace falta señalar,
ni siquiera relatar historias,
atrás quedaron las lágrimas
o el dolor del corazón.
Me despedí del rencor
y la idea de venganza
hace mucho que se fue de aquí.
No busco justicia,
mucho menos la llegada del karma.
Si algo espero es por el sol,
ese que fielmente me abraza el alma
y derrite la ansiedad por aquello que no fue.
No. No hay culpables.
Nadie a quien colgar
ni un solo nombre para denunciar,
esto ha sido tan solo
el recorrido del tiempo
a lo largo de esta vida.
Eventos, decisiones, caminos,
palabras y personas.
Siempre un corazón, el mío.
He dejado ya de calificar
aún más de querer agradar.
Este es mi camino,
este es mi regalo,
el de mi vida y libertad.
Mi nombre al pie de cada palabra,
de cada día y cada hecho.
Aquí no hay culpables,
solo reflejos de este quien soy.
Un aprendiz, un simple,
maravilloso y perfectamente imperfecto
ser humano.
Suelto las cadenas,
me olvido del lápiz y papel,
pues si algo he de escribir de ahora en delante
se trata de gratitud.
No. No hay culpables,
tan solo libertad, responsabilidad
y sobre todo,
gratitud.
Sandy Mejía
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