Todos las llevamos algunas visibles para los demás otras no tanto, no porque estén escondidas debajo de la ropa, sino por están en el corazón.
Cada cicatriz cuenta una historia de dolor, de lágrimas de un adiós, de una despedida de una injusticia; de dolor. Cicatrices, de golpes al cuerpo o golpes al alma, de sacrificio, de espera; de dolor. Cicatrices, del abrazo que no llegó o del que se fue, de la partida o de la llegada; de dolor. Cicatrices, de traición, mentira, muerte y la lista podría seguir. Déjame ver tu cicatriz, muéstrame tu herida, cuéntame tu historia. Me mostrarás tu dolor, recordarás lo que te hizo llorar tal vez aún volverás a hacerlo. Miraremos entonces la historia de tu alma el recorrido que ha llevado los mundos que ha visto los muros que ha escalado los océanos que ha navegado las guerras que la luchado y los cielos que ha cruzado, me hablará de tu victoria. Sí de tu dolor pero aun más de tu conquista, de tu fuerza, de tu coraje y tu valor. Muéstrame tu herida, demos un vistazo al ayer, brindemos por lo que ha quedado atrás y sonriamos a lo que viene, aún desconocido e incierto, pero seguros de que así como has soportado al ayer saldrás triunfante en lo que traiga el mañana. Creo en ti.
Sandy Mejía
Foto de: Khusen Rustamov