A veces los opuestos se encuentran,
se abrazan,
se pierden en el pecho del otro
y ahí, al ritmo de la vida, bailan.
Al compás de los altos,
de los bajos,
de la paz y del caos.
Se unen de tal manera que
dejan de distinguir los límites de cada uno.
Hay momentos donde la nostalgia
se abraza con la plenitud,
sin peleas,
sin buscar uno ser más que el otro.
Tan solo se miran, se reconocen.
El corazón se siente lleno de alegrías
y al tiempo, llora en silencio
por el dolor del alma.
Y es que no busca respuestas,
solamente un lugar donde vivir su pena
expresar su sentir,
vivir su dolor.
Porque existe
así como la dicha y las sonrisas.
Dicotomía simultánea,
totalidad opuesta
y complementaria.
En la espera de un respiro, de un abrazo de un respiro profundo. Viviendo, sintiendo, reconociendo. Para cuando sea tiempo, continuar.
Sandy Mejía
foto: Engin Akyurt
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